Será de día. Será de día y habrá un sol de moneda cuando saques a pasear a tu perro por la cuadra de los naranjos. Se detendrá a olfatear un árbol y entonces nos cruzaremos por casualidad. Me verás y te veré y habrá pasado tanto tiempo que al preguntarnos cómo estás, con un reflejo de pantera diremos bien. Y no hará falta discutir, ni erizar nuestro ejército de espinas. No nos verán partir un portazo. No necesitaremos capturar una lágrima que se suicida pidiendo ayuda con su salto. No jugará con nosotros el fuego, ni miraré tu boca cuando gritas, ni correrá por mis brazos el impulso de aferrarte. No nos frotaremos las narices con la soledad de hipopótamos con sueño.
Seguiremos de largo y no emergerá un vértigo de mar en el pecho que nos obligue a voltear.
Cuando la lluvia no emane de tu aroma. Cuando el capitán de mando al corazón se haya hundido con su barco. Cuando nada de todo esto importe ya.
Este cartel de neón en la luna que grita NO TE VAYAS, este veneno de alacrán en las arterias...
Esta novela de bolsillo de la eternidad, será una piedra más en un cementerio sin flores.
Cuando la muerte espere cuesta abajo.
Cuando seamos por fin felices, como girasoles de plástico.
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