Sunday, November 20, 2011

Microcosmos (de Nazim Hikmet)

Cuando esa estrella cuyo resplandor
cae cual gota de oro en mi pupila,
cuando esa estrella por primera vez
traspasó las tinieblas del vacío,
no había ni siquiera una casa en la Tierra:
eran viejas entonces las estrellas
y la Tierra, muchacha.

Se encuentran lejos las estrellas, lejos,
pero lejos, muy lejos.
Entre ellas nuestra Tierra es sólo un punto,
un punto pequeñísimo,
y Asia es la quinta parte de la Tierra.
La India es sólo un país del Asia.
en la India, Calcuta no es más que una ciudad.
Benerdji es sólo un hombre de Calculta.

Y he aquí lo que tengo que decir:
en la India, en Calcuta,
a un hombre le han cerrado su camino,
se le han puesto cadenas a un hombre que avanzaba.
Por eso
ni me digno a alzar la vista a las constelaciones.
Me dirán: las estrellas están lejos
y la Tierra, la Tierra es tan pequeña...
Y eso, a mí, ¡qué me importa!

Sepan que hallo más admirable,
más imponente,
más misterioso y grande
un hombre al que le impiden avanzar,
un hombre al que se carga de cadenas.






Cuando esa estrella cuyo resplandor
cae cual gota de oro en mi pupila,
cuando esa estrella por primera vez
traspasó las tinieblas del vacío,
no había ni siquiera una casa en la Tierra:
eran viejas entonces las estrellas
y la Tierra, muchacha.

Se encuentran lejos las estrellas, lejos,
pero lejos, muy lejos.
Entre ellas nuestra Tierra es sólo un punto,
un punto pequeñísimo,
y Asia es la quinta parte de la Tierra.
La India es sólo un país del Asia.
en la India, Calcuta no es más que una ciudad.
Benerdji es sólo un hombre de Calculta.

Y he aquí lo que tengo que decir:
en la India, en Calcuta,
a un hombre le han cerrado su camino,
se le han puesto cadenas a un hombre que avanzaba.
Por eso
ni me digno a alzar la vista a las constelaciones.
Me dirán: las estrellas están lejos
y la Tierra, la Tierra es tan pequeña...
Y eso, a mí, ¡qué me importa!

Sepan que hallo más admirable,
más imponente,
más misterioso y grande
un hombre al que le impiden avanzar,
un hombre al que se carga de cadenas.






Saturday, April 09, 2011

Luces, por favor

La soledad sale a la ciudad y pasea por los bancos de las plazas y los colectivos, visita algunos departamentos de un dormitorio (especialmente los altos pisos) y se asienta durante horas en los geriátricos. Pero cuidado cuando te subas a un escenario: la morada secreta de ese fantasma se encuentra justo detrás, en la sombra azulada de las bambalinas.

Wednesday, April 06, 2011

I - de Oliverio Girondo (El libro del Espantapájaros)

No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso si! - y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar.

Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretenden seducirme! Está fue - y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa. ¿Que me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Que me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronostico reservado? ¡María Luisa era una verdadera pluma!

Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres... ¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. "¡María Luisa! ¡María Luisa!" ...y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.

¡Que delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...la de pasarse las noches de un solo vuelo! Después de conocer a una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

Monday, February 28, 2011

Clasificados - Neurosis

Hombre desparramado busca marcador indeleble que pueda delinear contornos convincentes.

Thursday, January 13, 2011

Pedacito de "El otro cielo", de Cortázar

Y sin embargo creo que hice mal, que estuve al borde de un acto que hubiera podido salvarme. Salvarme de qué, me pregunto. Pero precisamente de eso: salvarme de que hoy no pueda hacer otra cosa que preguntármelo, y que no haya otra respuesta que el humo del tabaco y esa vaga esperanza inútil que me sigue por las calles como un perro sarnoso.